jueves, 20 de marzo de 2008

Meditar desarrollaría el cerebro

Investigadores de la Universidad de Madison, en Wisconsin, estudiaron la actividad cerebral de ocho adeptos de la meditación. Este estudio, cuyas conclusiones se publican este martes, tiende a probar que este tipo de práctica produce modificaciones duraderas.
Son ocho, ocho practicantes budistas que suman cada uno de 10.000 a las 50.000 horas de meditación, son los "atletas" en su disciplina. Han ido de Asia o Europa a Madison, en Wisconsin, para participar en un estudio sobre los efectos de la meditación sobre el cerebro. Los resultados publicados hoy en las Actas de la Academia de ciencias (PNAS) en los Estados Unidos, justifican ampliamente el traslado. Los investigadores de la Universidad de Madison pusieron de manifiesto, por primera vez, que la meditación podría inducir modificaciones cerebrales duraderas en los que practican con experiencia.
Descifrado. Para poner de relieve este proceso, el equipo de Madison eligió un método simple. Este es el electroencefalograma que permite medir la actividad eléctrica cerebral por medio de electrodos colocados sobre el cráneo de la persona. El análisis de los resultados puso de manifiesto que estos meditadores con experiencia llegan a producir, durante su práctica, oscilaciones rápidas en las frecuencias ondas gamma. Esta actividad es ampliamente más elevada que en el grupo testigo, diez jóvenes estudiantes formados durante una semana en el arte de la meditación. Estas ondas gamma reflejan la coherencia de la actividad cerebral y se detectan durante estados de atención constante o en general durante la actividad consciente.


"Imaginémos el cerebro como una orquesta de jazz donde cada músico toca un instrumento diferente para conseguir una pieza coherente", propone Antoine Lutz, doctora en neurologías cognoscitivas, responsable de la investigación. "Las distintas regiones del cerebro se especializan en algunas funciones como las emociones, el gusto, el olfato, la memoria..." Deben sincronizarse entre ellas, como los músicos de jazz lo hacen cuando improvisan. La presencia de ondas gamma refleja la coordinación a través del cerebro de estos distintos módulos."
El aumento excepcional de los ritmos gamma en la corteza frontal, observado en el meditador experimentado, indica que estas regiones desempeñan un papel importante en la generación de este estado.
"No es sorprendente, puesto que en estas regiones se encuentran funciones mentales complejas, como el pensamiento abstracto, la capacidad de aprendizaje y también las acciones voluntarias", comenta Antoine Lutz. Pero no es la única zona en cuestión, el estudio muestra una activación de un gran número de regiones y, en particular, de las superficies parietales. Sugiriendo así una sincronización de larga distancia entre estas zonas. La meditación generaría pues una fuerte coordinación entre varias regiones del cerebro.
"Pensamos que el grado de sincronización refleja la entrenamiento de los sujetos”, destaca Antoine Lutz." Esta coherencia de la actividad cerebral se basa probablemente en una reorganización de las conexiones cerebrales. Por otra parte, la correlación en el practicante entre el elevado rango de ondas gamma antes de la meditación y el número de horas de práctica sugiere un efecto a largo plazo de la meditación sobre el cerebro. También constatamos un aumento de las ondas gamma después de la meditación. Eso implica un impacto a corto plazo en la dinámica cerebral."
Se trataría pues de una reorganización del cerebro debido al entrenamiento mental.
Los practicantes utilizaron, para esta parte del estudio, una técnica llamada de compasión universal y amor incondicional. Pero los aspectos siguientes del estudio, al parecer, describirán otros tipos de meditación (visualización, concentración y presencia abierta). Los investigadores utilizarán también las imágenes por resonancia magnética nuclear funcional (IRMF) que permitirá localizar las regiones estimuladas mejor anatómicamente. Una serie científica apasionante va a realizarse a la par de los análisis.
Estos primeros resultados ya abren perspectivas de aplicación en ámbitos como los problemas de déficit de atención, de ansiedad y por qué no del envejecimiento neuronal. "En los Estados Unidos la meditación diaria se utiliza en 200 hospitales para la gestión de la tensión. Por ejemplo en las fases terminales del cáncer ", señala Antoine Lutz.
Otros estudios sobre meditación, en particular el llevado a cabo por el dojo zen de Zurich y dirigido por Christoph Michel, responsable del Laboratorio de investigación del servicio de neurología al Hospital universitario de Ginebra, mostró un aumento de las ondas de baja frecuencia, alfa y theta, indicando más bien un estado de relajación.
"No analizamos las ondas gamma ya que son difíciles de registrar en superficie. Es muy interesante constatar la permanencia del cambio inducido por la meditación. Es el primero. Un muy bonito estudio que me habría gustado hacer bien", comenta deportivamente Christoph Michel.
Se trata ahora de saber si los cambios constatados realmente se deben a la meditación y no a una predisposición particular de los monjes. "Eso implica un estudio sobre la duración “, añade Christoph Michel," sería necesario también ver si los practicantes lo hacen realmente mejor en la práctica. Si tienen más facilidad para solucionar un problema."

Instrumentos de medida

La actividad cerebral, que se calcula en hertz (Hz) o en ondas (bandas de Hz), varía considerablemente. Las ondas delta (0,5 a 4 Hz) corresponden al dormir profundo sin sueño; las ondas theta (de 4 a 7 Hz) a la relajación profunda; las ondas alfa (de 8 a 13 Hz) a la relajación ligera o al despertar tranquilo; las ondas beta (14 Hz y más) a las actividades corrientes así como, curiosamente, a los períodos de dormir teniendo sueños. Las ondas gamma (por encima de 30-35) darían prueba, ellas, de una activación de neuronas excepcional, tal como se la encuentra durante los procesos de creación y resolución de un problema.
"La compasión genera un estado de total disponibilidad, lo que deja paso a la acción"
Marie-Christine Petit Pierre
Entrevista al co-autor del estudio, el doctor en biología celular y monje budista Matthieu Ricard.
Sentado delante de su ordenador portátil, envuelto en el vestido tradicional de los monjes tibetanos, azafrán y bordó, Matthieu Ricard es a la vez la imagen de la modernidad y la tradición, de la ciencia y la espiritualidad. Estamos en el salón de un chalet de La Costa donde de detuvo amistosamente con motivo de una gira con monjes bailarines del Tíbet, bien lejos del monasterio de Shétchen, en Nepal, donde se ha establecido hace más de treinta años. Doctor en biología celular, el hombre abandonó su carrera científica para consagrarse al budismo tibetano. Lo que no le impidió escribir varias obras, entre las que se encuentra “El Monje y El Filósofo”, diálogos con su padre el gran periodista Jean-François Revel, y “El infinito en la palma de la mano”, entrevista con el astrofísico Trihn Xuan Thuan. Es también traductor del Dalaï Lama y su fotógrafo. Hoy el monje regresa a la ciencia como coautor del estudio sobre los efectos de la meditación en la producción de ondas gamma por parte el cerebro.

Recientes adelantos tecnológicos, como la máquina de resonancia magnética funcional por imágenes (fMRI por sus iniciales en inglés), brindan la posibilidad de que los investigadores analicen en profundidad el cerebro de un monje meditando e incluso tomarle fotografías.

El año pasado, el doctor Richard Davidson, director del Laboratory for Affective Neuroscience (Laboratorio para la Neurociencia Afectiva) de la Universidad de Wisconsin y presentador en la conferencia, empleó una máquina fMRI para trazar un mapa del cerebro del monje Matthieu Ricard.

Mientras Ricard, un monje con más de treinta años de experiencia en prácticas contemplativas, se encontraba en situación de lo que los budistas llaman meditación compasiva, Davidson midió la actividad de su cerebro. Las imágenes mostraron una actividad excesiva en la corteza perifrontal izquierda (justo detrás de la frente) del cerebro de Ricard.

Por lo general, las personas de temperamento alegre exhiben un nivel elevado de actividad en la corteza perifrontal izquierda, área asociada con la felicidad, la alegría y el entusiasmo. Quienes tienen mayor tendencia a la ansiedad, el miedo y la depresión exhiben un nivel de actividad mayor en la corteza perifrontal derecha.

Pero el grado en el que el lado izquierdo del cerebro de Ricard se iluminó superó con creces el de los otros 150 sujetos que Davidson había medido. No se puede saber si Ricard habría exhibido los mismos resultados antes de convertirse en monje. Pero dado que sus lecturas estuvieron siempre orientadas a la búsqueda del camino hacia la felicidad, Richardson cree que estudiar las mentes de los monjes meditando nos puede ayudar a averiguar cómo puede la meditación moldear nuestros cerebros a fin de desarrollar temperamentos más felices y menos afligidos.


Quienes causan sufrimiento también sufren en su interior, inevitablemente. En consecuencia, su objetivo de difundir la meditación por todo el mundo es egoísta, puesto que si se dominan las emociones destructivas y los impulsos peligrosos que suelen acompañarlas, se conseguiría mucho en pos de la reducción de los conflictos humanos.

"Las autoridades sanitarias de Estados Unidos recomiendan que se realice actividad física durante por lo menos sesenta minutos, cinco veces por semana —apunta—. No es del todo inconcebible que en diez o veinte años recomienden sesenta minutos de ejercicios mentales cinco o seis veces por semana."

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